María fue venerada desde los inicios de nuestra Congregación como Madre de Dios de la Misericordia, como se puede ver en el nombre mismo de la congregación, que lleva dicha advocación. Sin embargo, el culto y devoción a la Madre de Dios de la Misericordia, a lo largo de los últimos años, ha ido profundizándose, sobre todo gracias a las revelaciones y a la devoción de santa Sor Faustina, vivencias que dejó descritas en su „Diario”; también gracias a la teología sobre la Madre de la Misericordia, que Juan Pablo II incluyó en su encíclica „Dives in misericordia”.
En las últimas Constituciones de la Congregación, que datan del año 1985, hay citas y fragmentos que reflejan las mencionadas obras. También se pueden encontrar referencias a dichas obras en el devocionario de la Congregación, en los textos de los cantos y en la forma de sentir la devoción a la Virgen María por parte de las generaciones contemporáneas de las hermanas de la Congregación.
María es venerada en la Congregación, ante todo, como la Inmaculada, la Madre del Hijo de Dios – la Misericordia encarnada. Ella fue la que participó del modo más pleno en la obra de la salvación de su Hijo, y por eso, Ella es quien mejor conoce la misericordia de Dios, pues sabe bien cuánto ha costado y lo grande que es.
Ella también es la Madre de todos los hombres, por lo que ella muestra misericordia a todos y la ejerce a cada uno en particular, conduciéndonos a las fuentes mismas de la misericordia, que surgen del Salvador. Ella es el modelo más perfecto de vida cristiana, de todas las virtudes; es también la ayuda más eficaz a la hora de alcanzarnos las gracias de Dios, rico en misericordia. Ella misma, que es la llena de gracia, de proclama la misericordia de Dios generación en generación y obtiene misericordia para el mundo entero.
Al principio, María era venerada principalmente en la Congregación como Aquella que es la Madre, la protectora, el modelo más perfecto de las virtudes y el soporte más fiable para las hermanas que buscan la santidad personal, en su afán por llevar a cabo las obras de apostolado, es decir, por conseguir la conversión de las almas arrepentida que hacen penitencia.
La espiritualidad de la Congregación se caracteriza, sobre todo, por el celo ardiente de cada uno de sus miembros, las hermanas de la congregación, que se manifiesta en una disposición
constante para trabajar y sufrir todo lo que fuere necesario para ayudar a regresar a la senda de las virtudes a las almas arrepentidas que les han sido confiadas por el Divino Maestro(Constituciones de 1909, p. 6).
Para que las hermanas puedan tener el espíritu de celo, deben meditar las grandes verdades de la fe, sobre todo el misterio de la misericordia de Dios, así como deben considerar y reflexionar sobre las virtudes y los sentimientos de su Madre y Protectora, la Madre de Dios de la Misericordia, cuya paciencia, dulzura, y compasión por los pecadores – que va más allá que la de una madre – deberán tratar de imitar (Constituciones de 1909, p. 6).
El apostolado de la misericordia hacia las muchachas y las mujeres precisadas de una profunda renovación moral se llevaba a cabo – como dice la Constitución – bajo el solícito cuidado de la Madre de la Misericordia, nuestra esperanza, nuestra ayuda, nuestro modelo más apreciado, el más perfecto (Constituciones de 1909, p. 46).
El culto de La Madre de Dios de la Misericordia se expresaba mediante oraciones; también al celebrar debidamente las festividades, y sobre todo, por la imitación de sus virtudes, tan necesaria en la búsqueda de la perfección cristiana y en el apostolado. La Regla religiosa determinaba momentos de oración en tiempos designados del día, que era cuando las hermanas debían rezar.
Entre estos tiempos marcados por la Regla, había los que comúnmente se practica en la Iglesia como „el Ángelus”, „Devociones marianas cantadas”, „El Rosario”, „Las Letanías Loretanas”, „el Magnificat”, „Bajo tu amparo”, „Salve, Estrella del Mar”, „la Coronilla a La Madre de Dios del Perpetuo Socorro „la oración para alcanzar una buena muerte”, „la oración de la Guardia de Honor a la Santísima Virgen” y „La Novena a la Inmaculada Concepción”, así como aquellas oraciones en las que se prestaba una atención especial a la misericordia de María.
Estas eran principalmente: la „Coronilla de La Madre de Dios de la Misericordia”, la antífona „Dios te salve, Reina y Madre de la Misericordia” y la oración de San Bernardo, que empieza con las palabras: Acuérdate, ¡oh piadosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir que haya sido desamparado alguno que reclamase tu auxilio e implorase tu protección. ….. Ya al empezar el día, las hermanas se dirigían a Dios mediante una oración de ofrecimiento de obras, por la intercesión de la Virgen María, Madre de la Misericordia y de San José (Ver: Colección de oraciones utilizadas en la Congregación de las Hermanas de La Madre de Dios de la Misericordia, Cracovia 1931).
La Fiesta Patronal de la Congregación, desde sus inicios, se celebraba cada 5 de agosto, porque en este día la Iglesia recordaba a la Virgen María, como Madre de Dios. Esta fecha está relacionada con el dogma de la maternidad divina de María (Theotokos) y con el aniversario de la consagración de la Basílica de Santa María la Mayor en Roma (Santa Maria Maggiore), la iglesia más antigua de Occidente dedicada a la Virgen María. Según la tradición, en el año 352, la Virgen se apareció al Papa Liberio y al patricio romano Juan, ordenando la construcción del templo en un lugar que ella les mostraría.
En la noche del 4 al 5 de agosto, durante el peor período de calor y bochorno, en el monte llamado “Esquilin” hizo una intensa nevada, y aquello les confirmó que era allí donde debían construir un pequeño templo, y así se hizo. Pero, más tarde, aquel primer templo con el tiempo fue casi destruido. El Papa Sixto III, queriendo celebrar el final del tumultuoso Concilio de Éfeso (431), donde el Concilio se proclamó el dogma de la maternidad divina de María (Theotokos), decidió reconstruir completamente el templo.
La conmemoración del dogma Theotokos se hacía primero en la basílica, pero más tarde, los siguientes papas fueron extendiendo las celebraciones a otras iglesias de Roma, y finalmente, a toda la Iglesia. Hoy en día, en el calendario litúrgico, se conmemora el milagro asociado a los inicios de la construcción de la basílica, y la advocación de la Virgen de las nieves es el nombre con el que lo conocen los fieles.
Así pues, ha quedado en el olvido la causa primera de la celebración de la festividad de María, como Madre del Hijo de Dios – fuente de misericordia, y por lo tanto no queda muy clara la fecha en la que fue atribuido a este día el hecho de ser el día de honrar a la Virgen, Madre de Dios de la Misericordia, por su congregación, en Polonia. Słownik
Por iniciativa de la Superiora General, la madre Michaela Moraczewska, las hermanas de la Congregación eligieron a la Madre de Dios de la Misericordia como Superiora General Celestial de la Congregación.
Este acto se hizo primeramente el 5 de agosto de 1937, en un encuentro general de la Congregación en Varsovia, y más tarde, el 15 de agosto, se repitió en todos los conventos, donde las hermanas hicieron el mismo acto de elección.
En aquel día, Sor Faustina escribió en su Diario: Durante ese acto que se realizó en honor de la Santísima Virgen, al final de ese acto vi a la Santísima Virgen que me dijo: Oh, qué grato es para mí el homenaje de su amor. Y en ese mismo instante cubrió con su manto a todas las hermanas de nuestra Congregación.
Con la mano derecha estrechó a la Madre General Michaela y con la izquierda a mí, y todas las hermanas estaban a Sus pies cubiertas con su manto (Diario 1244). Entonces, la Virgen María le transmitió a Sor Faustina una gran promesa: Cada una de las hermanas que persevere fielmente hasta la muerte en mi Congregación, evitará el fuego del purgatorio y deseo que cada una se distinga por estas virtudes: humildad y silencio, pureza y amor a Dios y al prójimo, compasión y misericordia (Diario 1244).
El acto de elección, se renueva, en la fiesta patronal de la Congregación cada 5 de agosto, según una fórmula más completa con la cual las hermanas vuelven a entregarle el timón de la Congregación a la Madre de la Misericordia, para que sea Ella quien la conduzca.
De ese modo, le entregan el crecimiento espiritual y el desarrollo material de la Congregación; le entregan también todas las superioras, la santidad de vida de cada una de las hermanas y de las personas que han sido encomendadas bajo la custodia de la misión apostólica de la Congregación.
Al hacer este acto, hacen la promesa de guardar: fidelidad a Jesús, dejar que se refleje en sus vidas la misericordia del Señor sobre toda miseria humana; asimismo se compromete a despertar la confianza en la misericordia de Dios sobre el mundo. Las hermanas suplican a María que les ayude a convertirse en un signo vivo de la misericordia de Dios, que actúa en el mundo, a la vez que ponen toda su esperanza en la misericordia maternal de la Madre de Dios, en quien desean encontrar siempre su apoyo y sostén, sobre todo en los momentos de sufrimiento, en medio de las pruebas de la vida y en la hora de la muerte.
Te alabamos, Madre de Misericordia – le rezan al final – tú que eres la Santísima Superiora General, gobiérnanos, vela por nosotros y llévanos a Dios. Amén.
Dos elementos principales han contribuido a la profundización de la devoción a La Madre de Dios de la Misericordia en la Iglesia y en la Congregación. Por un lado, las revelaciones de Sor Faustina, su contacto extraordinario con la Madre de Dios, vivencia que escribió en las notas que nos ha dejado en su „Diario”, donde ella desarrolla el culto de la Divina Misericordia según las formas que Cristo mismo le dictó. Y por otro lado, tenemos la teología de la Madre de Dios, que el Santo Padre Juan Pablo II desarrolló de un modo nuevo, y que dejó plasmada en sus enseñanzas, especialmente en la encíclica „Dives in misericordia”.
Ambas contribuciones, las revelaciones de Sor Faustina y el magisterio de Juan Pablo II en cuanto a la teología mariana, han ayudado a profundizar el culto de la Madre de Dios de la Misericordia en la Iglesia y en la Congregación, lo que se refleja en las nuevas Constituciones del año 1985 y en la práctica de la devoción a La Madre de Dios de la Misericordia.
La Misericordia de la Virgen María está estrechamente relacionada con el misterio de la misericordia de Dios. María es, ante todo, Aquella que ha dado a luz al Hijo de Dios, la Misericordia Encarnada, como escribió santa sor Faustina (Diario, 1745), y participa en la obra salvífica de Cristo (Constituciones, Art. 3 y 8.).
Ella es también quien conoce más a fondo el misterio de la misericordia divina. Sabe su precio y sabe cuán alto es. En este sentido la llamamos también Madre de la misericordia: Virgen de la misericordia o Madre de la divina misericordia (DM 9), como podemos leer en palabras de Juan Pablo II, en el artículo 11 de la Constitución. María se convirtió en la Madre de la Misericordia, del modo más pleno posible, al pie de la Cruz (art. 39), donde a través de la obediencia de su Hijo, que fue obediente hasta la muerte, se realizó la salvación del mundo.
María participó en el plan misericordioso de Dios Padre, activamente y durante toda su vida, desde el momento de la Encarnación hasta el Sacrificio de su Hijo en la Cruz, ofrenda que hizo en el Gólgota
Finalmente, María es también la Madre de las almas consagradas a Dios (artículo 51), el modelo más perfecto de la santidad, y la ayuda más eficaz a la hora de suplicar las gracias de la misericordia de Dios. Las constituciones, en varios lugares, hablan de María como modelo de: la docilidad al Espíritu, la obediencia a la voluntad del Padre, la castidad, la pobreza, la confianza, la modestia… en otras palabras, Ella es modelo de la misericordia y modelo de santidad (cf. art 13, 17, 19, 24, 39, 51, 247).
La santidad personal de las Hermanas, como afirma el artículo 321 de las Constituciones, se realiza en la Congregación siguiendo el ejemplo de María, Madre de la Misericordia, bajo su custodia y tierna solicitud. Pero María no es sólo un modelo, sino que también es ayuda. En Ella, es donde las hermanas deben buscar protección, apoyo y el fortalecimiento en toda situación, especialmente en los momentos difíciles de esfuerzo y sufrimiento, para que como Ella y con Ella, se entreguen en una total disposición al buen Dios, buscando su voluntad y su gloria (artículo 13). Por María, la Madre de la Misericordia, las Hermanas se adhieren a la vida de Jesucristo, con una fe viva, para participar en su misión de llevar a cabo la salvación del mundo (artículo 3).
El culto de la Madre de Dios de la Misericordia se expresa primeramente al procurar imitar a María, es decir, al formarse, en la propia vida, según sus virtudes y con su actitud de plena confianza en Dios, así como por la fidelidad en el cumplimiento de la voluntad de Dios y al vivir con un amor sacrificial en favor del prójimo.
En la Liturgia, la devoción a La Madre de Dios de la Misericordia tiene una santa misa votiva especial, que fue aprobada para la Congregación por el Cardenal Stefan Wyszynski, el día 3 de agosto de 1974, y también con una festividad especial que se celebra el 5 de agosto de cada año, precedida por una novena. La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, mediante un documento del 17 de febrero de 2003, aprobó el calendario propio para la Congregación, en el que se permite a la Congregación celebrar su fiesta patronal en este día (5 de agosto) en honor a la Madre de Dios de la Misericordia. También se celebran solemnemente otras fiestas marianas del calendario litúrgico de la Iglesia, y además, todos los sábados, siempre que lo permitan las normas litúrgicas, se reza la Liturgia de las Horas correspondiente a la de la Madre de Dios (Constitución, Art. 264.).
De hecho, cada día contiene numerosas referencias y oraciones a la Madre de Dios de la Misericordia. Desde la primera hora de la mañana, en el ofrecimiento de obras, las hermanas se dirigen a Dios, Padre rico en misericordia, por intercesión de la Santísima Virgen María, la cual nos ha sido dada como principal patrona y como Madre de la Misericordia, y le piden que interceda por ellas.
En la oración de la mañana, todos los días después de recitar el breviario, se reza una oración a la Madre de Dios de la Misericordia (Oh María, Madre de la Misericordia y los sábados y días festivos marianos, se reza la oración: Inmaculada Madre de la Misericordia) y la jaculatoria: Madre de la Misericordia – ruega por nosotros. A las 9 de la mañana, las hermanas, junto con María, la Madre de la Misericordia, imploran al Espíritu Santo, y le piden las gracias que necesita la Congregación para su buen desarrollo y crecimiento en la vida espiritual, para llevar a cabo su tarea apostólica así como para que haya nuevas vocaciones.
Después de breviario, en la oración de durante el día, se reza una oración por los moribundos, en la que las hermanas rezan por su salvación, en virtud de la dolorosa agonía de Jesús en la cruz y el sufrimiento de María, Madre de la Misericordia. En la hora de la agonía de Jesús, (a las tres de la tarde – que es la Hora de la Misericordia) las hermanas permanecen, en espíritu, al pie de la cruz, junto con María, para implorar la misericordia para sí mismas y para el mundo entero.
Desde hace muchos años, se reza todos los días la oración llamada „El Rosario (o coronilla) de La Madre de Dios de la Misericordia”, que empieza a partir de las antífonas „Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia”. En las jaculatorias de la Coronilla, los que la rezan suplican para poder ser protegidos de los enemigos del alma, y piden la compañía de María en el momento de la muerte para que Ella pueda alcanzar de su Hijo toda la misericordia. En la oración final, se expresa la confianza en su misericordia maternal (Nos abres tus brazos y tiendes las manos llenas de toda clase de gracias y dones.
Tu corazón de Madre desea colmarnos de todo lo que necesitamos…), la cual tiene el poder de alcanzar todo lo que uno necesita, guardar las alma en la pureza y la inocencia, para que cuiden con fidelidad y perseverancia el amor filial hacia Dios, para que lleven en sus corazones la imagen del Corazón de Jesús, el cual las protegerá, guiará y las llevará a la luz eterna.
En la Congregación, cada día se termina con una oración que se llama “Llamamiento Mariano”, en la que las hermanas rezan por el Papa y por la Patria mediante el rezo de la oración „Bajo tu protección” y tres"Ave Marías”, para agradecer a María, Madre de la Misericordia, la gracia de la vocación, y para pedirle la gracia de perseverar en ella con fervor hasta la muerte.
En el libro devocional de oraciones de la Congregación, hay otras oraciones a la Madre de la Misericordia, como la conocida oración de san Bernardo: Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se oyó decir.
En las Letanías Loretanas, con la aprobación de las autoridades eclesiásticas, se ha añadido la jaculatoria: Madre de misericordia, ruega por nosotros.
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