ACORDAOS, ¡OH MARÍA, MADRE MISERICORDIOSA!
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir, que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos.
Animado con esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Madre, Virgen de las vírgenes!, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a aparecer ante vuestra presencia soberana.
No desechéis, ¡oh Madre de Dios!, mis humildes súplicas, antes bien, inclinad a ellas vuestros oídos y dignaos atenderlas favorablemente. Amén.
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Jezu, ufam Tobie. Modlitewnik Zgromadzenia Sióstr Matki Bożej Miłosierdzia, Warszawa 1986, s. 67-68.
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