OFRECIMIENTO POR LOS
PECADORES
Ante el cielo y la tierra,
ante todos los coros de los ángeles, ante la santísima Virgen María, ante todas
las Potencias Celestes declaro a Dios, Uno y Trino, que hoy en unión con
Jesucristo, Redentor de las almas, me ofrezco voluntariamente como víctima por
la conversión de los pecadores y especialmente por las almas que han perdido la esperanza en la Divina
Misericordia.
Este ofrecimiento consiste todos los
sufrimientos, y los temores, y los miedos que llenan a los pecadores y en
cambio les cedo todas las consolaciones que tengo en el alma, que provienen de
mi comunión con Dios. En una palabra, les ofrezco todo: las Santas Misas, las
Santas Comuniones, las penitencias, las mortificaciones, las plegarias.
No temo los golpes, los
golpes de la Justicia de Dios, porque estoy unida a Jesús. Oh Dios mío, con esto
deseo compensarte por las almas que no confían en Tu bondad. Contra toda
esperanza confío en el mar de Tu misericordia.
Oh Señor y Dios mío, mi
destino... mi destino para la eternidad, no pronuncio este acto de ofrecimiento
basándome en mis propias fuerzas, sino en el poder que deriva de los méritos de
Jesucristo.
Este acto de ofrecimiento lo repetiré todos los días con la
siguiente plegaria que Tú mismo me enseñaste, oh Jesús: Oh Sangre y Agua que brotaste del Corazón de Jesús, como Fuente de
Misericordia para nosotros, en Ti confío.
Santa
María Faustina del Santísimo Sacramento Jueves Santo, durante la Santa Misa, 29., 3 m., 1934 año (29 marzo 1934).
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